A la séptima fue la vencida y el Real Madrid estrenó su expediente de derrotas en la orilla del Estadio Ciudad de Valencia en competición liguera. Desde otra perspectiva; el Levante abandonó el césped extasiado y con la sensación del deber cumplido. Koné guillotinó a un Madrid en fase decreciente conforme se sucedían los minutos y el partido. No es una percepción nueva experimentar la conmovedora impresión que conlleva vencer al Real Madrid. De hecho, un porcentaje muy elevado de la plantilla actual participó en la victoria conquistada ante la escuadra de Mourinho en la Copa del Rey en los primeros días de 2011. Sin embargo, aquel duelo llegó mediatizado por el compromiso que abrió el serial de los octavos de Final en el feudo del Santiago Bernabéu con una goleada escandalosa que privó de argumentos al enfrentamiento de retorno en el barrio de Orriols.
No obstante, la estadística en el marco del campeonato de la regularidad era ciertamente demoledora, principalmente para los intereses de la entidad blaugrana. Las huestes madridistas dominaban el cómputo general de los encuentros con una solvencia clarividente. No había discusión en tal sentido. La escuadra blanca sumía al Levante en la desesperación cada vez que se posicionaba bien en el Estadio de Vallejo, escenario de los duelos iniciales en la década de los años sesenta, bien sobre el tapiz del Estadio Ciudad de Valencia, epicentro de las confrontaciones durante los albores del tercer milenio.
El ciclo de los duelos se convertía para el Levante en un terreno en barbecho, con la excepción de la heroica igualada saldada en la quinta jornada del ejercicio de Liga anterior. Aquel sábado de finales de septiembre de 2010 los pupilos de Luis García se atrincheraron sobre la meta de Reina para rescatar un punto con sabor a triunfo. Era la excepción caracterizada por la amplia sonrisa de los estamentos madridistas cada vez que los envites llegaban a su fin; desde el curso 1963-1964 con la diana obtenida por Bueno, el eterno suplente de Gento, hasta el funcionarial 0-2 de la triste temporada 2007-2008. El paisaje ha variado de manera contundente esta tarde-noche. Koné se personificó en David y engulló a Goliat haciendo estallar las emociones del feudo del Estadio Ciudad de Valencia.
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Fuente:Levante U.D
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