El Sevilla se ha dado un gustazo este último sábado de septiembre para cerrar un mes liguero de imbatibilidad, con tres victorias y dos empates, habiéndose enfrentado ni más ni menos que hasta con tres rivales directos… Esta tarde despachó con brillantez, primero, y épica, después, a un rival de caché, el Valencia de Emery, que tan difícil se lo puso el pasado miércoles al Barcelona. Y lo hizo conectando con la grada y resolviendo las dudas que en determinados encuentros haya podido causar. Hacía tiempo que Nervión no rugía de una forma tan estruendosa al final de un partido. Se le reclamaba sello y estilo al Sevilla de Marcelino y en la primera parte el equipo, jugando con un 4-4-2 claro, mostró sus virtudes. La presión arriba de la que tanto ha hablado el técnico asturiano para salir luego rápido al ataque se efectuó con una soltura excepcional.
Siempre buscando la derecha, el conjunto nervionense puso en aprietos a los valencianos desde el primer minuto. En el cinco Guaita salvó con un paradón una chilena de Negredo que acabó con gol de Kanouté, anulado posteriormente por Muñiz Fernández. Pero daba igual, las ocasiones tenían que caer y el gol en consecuencia también. La jugada clave sucedió en el minuto 18. Robo del Sevilla y salida de Navas a toda velocidad, que ve muy bien a Kanouté pisando área. El balón llega al ineluctable delantero y el numen del Sevillismo no ofrece dudas en la definición. Una vez más, y ya van 131, brazos al cielo en señal de agradecimiento. La brecha pudo haber sido mayor antes del descanso. El Valencia tomó el balón, pero el Sevilla, muy ubicuo, dominaba realmente la situación y era quien llevaba peligro. Javi Varas no tuvo que exhibirse entre los tres palos hasta el minuto 39. El repaso, en definitiva, era apabullante, con Medel gigante en la divisoria, Trochowski muy fino y Navas y Kanouté en estado de gracia. La segunda parte sólo podía deparar parabienes. O al menos eso invitaba a pensar el rumbo del partido. Pero en el fútbol, como en la vida, las apariencias pueden engañar. Perotti tuvo el segundo en sus botas, pero Guaita salvó espléndido la parábola del argentino. El Sevilla dominaba los tiempos del partido sin aprietos hasta que llegó la desgraciada segunda amarilla de Trochowski, quien llegó tarde ante Tino Costa. El rumbo del encuentro viró totalmente. El Valencia tomó ahora las riendas y prácticamente al instante Varas salvó con una parada sensacional un gol cantado de Jonas. La cosa se ponía fea y peor aún pintaba el cuadro justo 10 minutos después. Escudé derribó a Adúritz claramente dentro del área. La roja del francés dejaba al Sevilla con nueve, pero con todo a favor Banega erró desde los 11 metros. El tiro del argentino fue al palo y el Ramón Sánchez Pizjuán se levantó en el sentido más literal del término llevando en volandas al equipo, sobre todo al ser expulsado en la misma acción Aduritz por pisar a Spahic. El tramo final del encuentro fue de infarto. El Valencia se volcó y el Sevilla defendió con todo. Medel, soberbio, derrochó alma. Coke se desempeñó en el lateral derecho, desplazándose Cáceres al centro de la zaga junto a Spahic para tapar la ausencia de Escudé. Mención especial para el bosnio, quien dio una lección de raza y liderazgo atrás. El pasar de los minutos fue un castigo para las emociones. El Valencia asediaba pero el Sevilla repelía las embestidas con un oficio tremendo. Tan sólo Rakitic, quien salió tras la expulsión de Trochowski, ponía la pausa cuando le llegaba la bola. El croata no está en plenitud en lo físico, pero con el balón en los pies maravilla.
La victoria exigía un último esfuerzo, que llegó en el descuento, de cinco minutos. En el ocaso del choque de nuevo Varas voló para desbaratar un remate letal de Soldado. Impresionante el canterano, como impresionante resultaba ver a Medel sobreponiéndose a un leve cojeo y defendiendo con arrojo y denuedo. El Sevilla se vistió de épica y resistió el tiroteo con una entereza espléndida. Y resistió, resistió sumando tres puntos ante un rival directo, y encandilando a un estadio que con el pitido final estalló como en las grandes ocasiones. Sí, el Sevilla ganó, ganó bien, luciendo un fútbol poderoso cuando pudo arriba y agarrándose al triunfo con un coraje sublime cuando peor estaban las cosas. Sabe defender, quién puede dudarlo, y sabe atacar… El equipo sigue creciendo y lo mejor es que lo hace en la altura de la tabla clasificatoria.
Fuente: Sevilla F:C
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