El Real Madrid se había auto impuesto una dura prueba para su segundo test de pretemporada, ante el Olympique de Lyon, y sufrió en consecuencia. El equipo francés llegaba con mucho más rodaje que los merengues, y lo supo hacer valer durante prácticamente todo el partido ante un Madrid que nunca se encontró cómodo en ataque.
Grenier marcó un golazo mediada la primera parte, con Lisandro aprovechando un fallo en cadena de la defensa para poner buena tierra de por medio al cuarto de hora de la reanudación. Sólo Morata y Casemiro en las postrimerías fueron capaces de reducir distancias y lavarle la cara al equipo blanco desde el punto de penalti y al saque de un córner, respectivamente. Toda una inyección de moral para un equipo que anduvo desdibujado durante muchos minutos.
Formó Carlo Ancelotti de nuevo con un 4-3-3 de inicio, como en Bournemouth, esta vez con Illarramendi de pivote, escoltado por Isco Alarcón y Di María. Mesut Ozil también fue de la partida, pero sorpresivamente, el alemán jugó más adelantado y más escorado que el albiceleste. La fórmula no terminó de funcionar, en gran medida por el mayor despliegue físico de un Olympique Lyon que lleva muchas más semanas de preparación. Y en otro orden de cosas, también por el poco sacrificio en defensa de la primera línea de atacantes, obligando al tridente de la medular a desdoblarse en las labores de robo. De entre todas las ocasiones del asedio galo en la primera parte, sólo una acabó con gol. Un golazo, mejor dicho: a los veinte minutos de Grenier, que convirtió un melón en toda regla desde la banda, en un chut colocado en la escuadra de un Diego López cuya estirada fue inútil.
Tras el descanso, el Real Madrid formó con el trío Khedira-Di María-Casemiro en la medular, siendo el brasileño uno de los más destacados por su despliegue físico así como su buen hacer con el balón en los pies. Arriba, Ancelotti sorprendió con Cristiano Ronaldo de delantero. Quién sabe si una prueba ahora que ya no está Higuaín en las filas merengues. Pero lo cierto es que ni el luso terminó de funcionar en Gerland. Y es que el equipo blanco nunca se encontró a gusto en ataque. Tampoco en defensa, como puso de relieve Lisandro en el segundo gol francés, a la hora de partido, al aprovechar una cadena de errores en la zaga.
Sólo con la entrada de jugadores de refresco en el Real Madrid, concretamente los canteranos Casado, Mateos, Morata y Quini, el equipo español le dio la vuelta a un partido que parecía ya decantado para los locales. Fue un Morata muy activo el que marcó de penalti provocado por Denis, para que casi en las postrimerías Casemiro firmara la igualada al saque de un córner, en una nueva exhibición de su poderío. Terminaría así el partido, con el empate a dos quizás como el mejor premio para un Madrid que naufragó en muchas fases del encuentro, y que nunca pareció cómodo con todas las probaturas de Carlo Ancelotti. A priori era duro este segundo test, y así quedó acreditado sobre el césped de Gerland.
Fuente:Goal
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