FUTBOL:LEVANTEUD;Mística en Orriols (1-0)

Patea con precisión Gustavo Munúa, desde la orilla de su portería, y ejecuta Oba Martins, con furia y clarividencia, desde el otro extremo de la geografía del terreno de juego. En un fútbol, en ocasiones, laberíntico, encriptado y excesivamente encorsetado sigue habiendo espacio para este tipo de acciones más pueriles que recuerdan otro tipo de balompié más directo, más racial, más pasional, más mundano que quizás entronque con los caracteres que identifican al Levante. Así fue el gol de la escuadra que prepara Juan Ignacio. Quizás la diana puede convertirse en una metáfora del desarrollo del partido. Golpeó con contundencia el Levante ante la meta de Guaita y se perdió el Valencia en la inmensidad de las cercanías de la portería defendida por el arquero azulgrana en su intento de reaccionar. Así que el derbi de la ciudad, en su octava edición en suelo granota, se quedó en los límites de barrio de Orriols. Acostumbrado a la épica y a la heroicidad que marca el devenir del Levante en los tiempos más recientes, la grada despidió a los suyos cuando enfilaban el túnel del vestuario tributándoles un merecido y sentido homenaje después de cambiar el signo de la historia más reciente en cuanto al diseño de este tipo de confrontaciones que solían acentuar la jerarquía del club de Mestalla. La confrontación en el Ciutat demostró que el fútbol no puede proyectarse desde el pasado para realizar juicios de valor, por cercano que se presente. Los dos equipos llegaban a la cita en el feudo granota con perspectivas antagónicas; el paso por la Vieja Europa había enfatizado las distancias. 

El triunfo valencianista en Champions contrastaba con la opacidad mostrada por el Levante en Hannover. Los signos de los duelos europeos mantenían las constantes de los choques ligueros anteriores. Victoria ante el Zaragoza en Mestalla y derrapada azulgrana en el Reyno de Navarra. Es una obviedad que el Levante llegaba herido en el prólogo del duelo entre los principales representantes de la capital en Primera División. Había dudas e incógnitas por desvelar. Un cierto vértigo surgía si se echaba la vista atrás para contemplar las últimas apariciones del Levante sobre el verde en competición oficial. Y no parecía el Valencia el mejor exponente para regresar a los orígenes. Desde ese prisma, la victoria es altamente terapéutica por su contenido y por las perspectivas que ofrece. El grupo de Pellegrino parecía encauzar su camino, de manera definitiva, después de conjugar con la victoria en dos ocasiones. Su paso era firme. Era una amenaza trepidante. Sin embargo, los planteamientos iniciales quedaron rasgados y saltaron en mil pedazos con el gol de Martins. Es una evidencia que la diana del atacante africano estableció una nueva hoja de ruta en el devenir de la confrontación. Antes del gol local hubo un par de apariciones del Valencia por las inmediaciones de Munúa. Jonás y Soldado exigieron una respuesta acertada del arquero uruguayo. Era el crepúsculo de la cita y ese vértigo que acompañaba al Levante parecía materializarse. Los delanteros de Mestalla llegaban al área levantinista con demasiada soltura. Sin embargo, conviene desconfiar del Levante; tiene la virtud, en ocasiones, de confundir a su adversario porque nada es lo que parece ser. En ese sentido, Gustavo Munúa y Martins surgen como hilos conductores de una acción realmente eléctrica. Hubo una reciprocidad absoluta entre los dos. Sus miradas se entrecruzaron en una milésima de segundo. Tiempo suficiente para trazar un plan urdido en los entrenamientos en Buñol. En ese momento, los dos jugadores que acompañaban a Martins estaban ya fuera de combate. El balón sobrevoló Orriols con una precisión milimétrica. Pereira y Tino quedaron atrás en la carrera con Martins. El ariete puso el turbo, cambió la velocidad de la zancada, y se plantó ante Guaita. No era fácil la resolución de la jugada. Todo pasó en un corto espacio de tiempo. Martins orientó con el pecho el balón hacia su pierna izquierda y lanzó un misil al que no pudo responder Guaita. Martins confirmó el ritual que acompaña al gol. Las acrobacias volvieron a Orriols mientras la grada cantaba la diana puesta en pie. El gol varió el partido. Quizás cuando las dudas podían acuciar al Levante y turbar su mirada, Martins las cercenó de un plumazo proponiendo un duelo totalmente distinto. En ese partido, el Levante emergió para gobernar con cierta autoridad. Raza y pasión sobre el césped. Y esos ingredientes los maneja el Levante con solvencia. Parecía un encuentro marcado por las emociones. El gol rearmó a un Levante que incandescente desde una perspectiva colectiva. Volvió a surgir ese equipo de espíritu democrático y granítico al que es muy difícil de superar. Dos líneas entretejidas de una complejidad suprema si se trata de desenmascararlas. El Levante, ordenado y metódico en sus movimientos, se dejaba el alma en cada acción. Y el alma es un aspecto diferencial en el juego propuesto por la sociedad azulgrana. Quizás sea uno de los intangibles que marca al grupo en su rentabilidad. Por su parte, el Valencia perdió la capacidad de orientación que había mostrado con anterioridad. Al bloque de Pellegrino le faltó velocidad y capacidad de sorpresa para rasgar a la formación levantinista. Su juego se volvió más previsible. Y esa tendencia aumentó conforme avanzaba un partido que quedará grabado en los corazones azulgranas. Levante: Munúa; Pedro López, Navarro, Ballesteros, Juanfran; El Zhar (Pedro Ríos, 71), Diop, Iborra (Míchel, m. 69), Juanlu (Rubén, m. 71); Barkero; y Martins. No utilizados: Navas, Rodas, Nikos, Gekas. Valencia: Guaita; João Pereira (Barragán, m. 76), Rami, Víctor Ruiz, Cissokho; J. Viera, Gago, Tino Costa (Parejo, m. 61), Guardado; Jonas (Valdez, m. 66); y Soldado. No utilizados: Alves, Mathieu, Bernat, C. Delgado. Goles: 1-0. M. 21. Martins. Árbitro: Del Cerro Grande. Amonestó a Víctor Ruiz, Ballesteros, Tino Costa, Jonas, Juanlu, Martins, Míchel, Viera, Valdez y Munúa.
Fuente:LevanteUD:

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