Saviola iluminó el corazón de la grada de La Rosaleda. Y Saviola se encargó de sumir al Levante en las tinieblas. Héroe o villano. Absolución o condena. Todo depende de la perspectiva del análisis. Marcó el pibe argentino tras quedar desnudo ante la meta defendida por Munúa y el coqueto coliseo malacitano estalló. Más tarde, filtró un preciso pase al hueco por donde se sumergió como un espectro indetectable Joaquín para volver a ajusticiar al arquero uruguayo. A la vista de los acontecimientos desarrollados sobre el verde del feudo de la Capital de la Costa del Sor, es decir a posteriori, podría advertirse que hubiera sido conveniente atar muy en corto al ex futbolista del F.C. No parece muy adecuado dejarle pensar en exceso Barcelona. Y el futbolista en algunos lances se expresó con convicción en permanente alianza con el tiempo. Nadie le hizo sombra mientras su mente volaba. Saviola movió al Málaga al candente y ardiente ritmo de un tango argentino. Fue el auténtico solista de un partido quizás condicionado por el gol obtenido por Joaquín cuando el Levante parecía testar de nuevo la confrontación como secuela de la sobresaliente diana conquistada por Michel en la epifanía de la segunda parte. Sin embargo, el gol, impoluto y majestuoso en la ejecución, perdió sentido. Suele suceder en ocasiones en el fútbol que goles sobresalientes quedan en un plano inferior. Fue el caso.
El Málaga fue un equipo totalmente coherente con los códigos que maneja y le interrelacionan con la disciplina del fútbol. Defiende un fútbol de asociación y de combinación. Es un equipo de espíritu democrático. El balón suele recorrer todos los espacios de la geografía del campo pasando por las botas de la totalidad de los jugadores blanquiazules. Y su recorrido no es arbitrario. Hay un plan prestablecido y un orden a seguir. Es evidente que el bloque recuerda al inquilino que se aloja en el interior del banquillo. Los equipos de Manuel Pellegrini presentan estas constantes y caracteres. Además cuenta el técnico sudamericano con jugadores que descifran el juego propuesto por el preparador. Isco, Joaquín y Saviola se convierten en valores que cotizan al alza en este tipo de ecosistemas. A la claridad de ideas que presentan se une su innegable capacidad para improvisar.
En ese sentido, suelen ser jugadores difíciles de descodificar para sus adversarios. Una mirada basta para alimentar la sensación de peligro y para transformar esa percepción en una realidad palpable. Y del presagio a la certeza. Isco, instalado en la sala de máquinas de la medular interpretó la carrera de Saviola. El argentino se infiltró entre los centrales para anotar el primer gol. El Levante emitió señales de disconformidad a partir de las raciales arrancadas por la parte izquierda de Juanfran. El lateral mantenía en efervescencia el espíritu levantisco de la entidad azulgrana aunque Willy nunca se sintió exigido. El Levante adolecía de rapidez y verticalidad para oponerse al juego combinativo y en corto expuesto por el Málaga. Diop cortó infinidad de acciones y buscó al compañero más cercano con el que asociarse para tratar de iniciar. Sin embargo, al Levante le faltó claridad en ese registro del juego. Todo pareció variar en la reanudación. Michel sembró las dudas del entorno malacitano después de recorrer la mitad del campo en busca de la portería local.
La acción protagonizada por el jugador valenciano aúna potencia y precisión. Michel atrapó el balón, inició una veloz carrera con el balón pegado a sus pies y lanzó un obús que sorprendió a Willy. La jugada refleja la verticalidad y características del futbolista. El gol varió la escena del partido. No obstante, no fue determinante. Saviola recondujo la situación para regresar al status quoa anterior. Bordeando el corazón del área levantinista se asoció con Joaquín. El partido volvió a virar cuando más comprometido parecía para la supervivencia de la escuadra local. Reaccionó Juan Ignacio Martínez desde el banquillo. Pallardó aportó más músculo a la medular y más consistencia. El Levante adquirió más equilibrio con su presencia. El mediocentro trató de cerrar los huecos creados entre la línea de medios y los centrales, un espacio conquistado por Saviola. Pallardó reivindicó su figura en los minutos finales. El técnico acentuó la perspectiva atacante del Levante con la inclusión de Rubén. No obstante, el partido murió con el gol de Portillo.
Málaga; Willy, Welington, Demichelis, Camacho, Joaquín (Recio, min 73), Saviola (Santa Cruz, min 68), Monreal, Eliseu (Duda, min 80), Portillo, S. Sánchez e Isco.
Levante; Munúa, Navarro, Barkero (Pallardó, min 65), El Zhar (Pedro Ríos, min 62), Juanfran, Gekas, Ballesteros, Juanlu, Michel, Chris y Diop (Rubén, min 74).
Árbitro; Velasco Carballo. Colegio Madrileño. Amonestó a Ballesteros, Chris, Diop, Michel, Sergio Sánchez y Camacho
Goles 1-0. M. 24 Saviola. 1-1. M. 47, Michel. 2-1. M. 58. Joaquín. 3-1 M. Portillo.
Fuente:Levante UD y RCD TV
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