La escuadra cántabra se sintió desvanecida mientras que el Levante se convenció de sus posibilidades de éxito; muy firmes desde entonces.
El triunfo no parecía una quimera. Quizás nunca había estado tan cerca de pugnar por la victoria durante los minutos anteriores el bloque blaugrana. Es evidente que la mencionada jugada protagonizada por Diop y Rubén varió el imaginario del enfrentamiento aunque el choque entraba en su ocaso. El Racing entregó la cuchara y el Levante se envalentonó. En el banquillo Juan Ignacio Martínez metabolizó con celeridad el sentido que adquiría la contienda. El entrenador granota parece conjugar con la ambición.
Ya demostró valentía en Getafe, aunque en aquella ocasión su equipo navegaba por debajo en el marcador. En el estadio de El Sardinero confirmó esta tesis que avala su comportamiento osado. El Levante que concluyó el duelo en Santander contaba con Aranda, El Zhar, Rubén sobre el terreno de juego. Más efectivos de neta vocación ofensiva para regresar a casa con los tres puntos. El Levante anduvo cerca de su objetivo. Rubén contó con dos acciones de estrategia por el balcón del área local, cuando el encuentro declinaba, que chocaron contra la nutrida barrera integrada por los jugadores cántabros. El Zhar probó los reflejos de Toño con un disparo envenenado que fue ajustándose al poste izquierdo del meta según se dirigia hacia la portería.
El Racing apenas si abandonaba los límites internos de su campo y se acogotaba sobre el arco defendido por el arquero local. El Levante se prodigaba en labores ofensivas proyectando una sensación inequívoca de peligrosidad por los dominios de su rival hasta que el colegiado decidió que era el momento de finiquitar el enfrentamiento. En realidad, el gol fue esquivo con ambos contendientes durante el choque. El Racing vivió sus momentos más intensos ante Munúa aprovechando las indecisiones de la retaguardia mientras que, al otro lado, su contrincante multiplicó sus valores ofensivos en los minutos últimos. Hasta entonces, prevalecieron los argumentos estrictamente defensivos.
El Levante mostró una solidez defensiva y un orden académico realmente envidiable con Ballesteros ejerciendo de mariscal. Recién cumplidos los 36 años el capitán sigue como la seda como evidenció ante Stuani en lucha por la conquista de un balón, a la altura del banquillo local, que sacó con elegancia o una apertura, emergiendo desde la cueva, ya en la reanudación, que propició una contra peligrosa. Sergio Ballesteros es la reserva espiritual del levantinismo. Es incuestionable que el Levante de Juan Ignacio es un equipo ciertamente reconocible desde la portería hasta la configuración del medio del campo. Todos los jugadores que defendieron esas demarcaciones en El Sardinero contaron con protagonismo en el curso anterior. Hay una continuidad que genera una sensación de estabilidad y de dificultad suprema para los atacantes rivales.
También es incuestionable que el conjunto azulgrana debe reinventarse en los metros decisivos. En realidad, no es un asunto nuevo para la entidad de Orriols. Es un fenómeno que se repite. El ejercicio anterior se vio en la obligación de galvanizar una nueva delantera con la presencia del omnipresente Caicedo junto a Stuani. Fue extraño ver al delantero uruguayo con la elástica blanca luchando contra sus antiguos compañeros. JIM apostó por la ortodoxia en el eje del ataque. Koné partió en el once titular junto a Barkero como enlace y Juanlu y Valdo por los costados. El atacante marfileño regresó a los terrenos de juego después de un largo periodo de ausencia. Evidentemente Koné necesita un margen de tiempo para mejorar sus prestaciones tanto personales como colectivas, pero dejó rastros de sus particularidades. Koné buscó refugio en las bandas, principalmente la diestra, para proyectarse hacia el área de Toño con velocidad. En un par de ocasiones, pisó los dominios del equipo norteño evidenciado peligrosidad. Al igual que El Zhar o Aranda, incisivos en los últimos compases de la cita.
Ya demostró valentía en Getafe, aunque en aquella ocasión su equipo navegaba por debajo en el marcador. En el estadio de El Sardinero confirmó esta tesis que avala su comportamiento osado. El Levante que concluyó el duelo en Santander contaba con Aranda, El Zhar, Rubén sobre el terreno de juego. Más efectivos de neta vocación ofensiva para regresar a casa con los tres puntos. El Levante anduvo cerca de su objetivo. Rubén contó con dos acciones de estrategia por el balcón del área local, cuando el encuentro declinaba, que chocaron contra la nutrida barrera integrada por los jugadores cántabros. El Zhar probó los reflejos de Toño con un disparo envenenado que fue ajustándose al poste izquierdo del meta según se dirigia hacia la portería.
El Racing apenas si abandonaba los límites internos de su campo y se acogotaba sobre el arco defendido por el arquero local. El Levante se prodigaba en labores ofensivas proyectando una sensación inequívoca de peligrosidad por los dominios de su rival hasta que el colegiado decidió que era el momento de finiquitar el enfrentamiento. En realidad, el gol fue esquivo con ambos contendientes durante el choque. El Racing vivió sus momentos más intensos ante Munúa aprovechando las indecisiones de la retaguardia mientras que, al otro lado, su contrincante multiplicó sus valores ofensivos en los minutos últimos. Hasta entonces, prevalecieron los argumentos estrictamente defensivos.
El Levante mostró una solidez defensiva y un orden académico realmente envidiable con Ballesteros ejerciendo de mariscal. Recién cumplidos los 36 años el capitán sigue como la seda como evidenció ante Stuani en lucha por la conquista de un balón, a la altura del banquillo local, que sacó con elegancia o una apertura, emergiendo desde la cueva, ya en la reanudación, que propició una contra peligrosa. Sergio Ballesteros es la reserva espiritual del levantinismo. Es incuestionable que el Levante de Juan Ignacio es un equipo ciertamente reconocible desde la portería hasta la configuración del medio del campo. Todos los jugadores que defendieron esas demarcaciones en El Sardinero contaron con protagonismo en el curso anterior. Hay una continuidad que genera una sensación de estabilidad y de dificultad suprema para los atacantes rivales.
También es incuestionable que el conjunto azulgrana debe reinventarse en los metros decisivos. En realidad, no es un asunto nuevo para la entidad de Orriols. Es un fenómeno que se repite. El ejercicio anterior se vio en la obligación de galvanizar una nueva delantera con la presencia del omnipresente Caicedo junto a Stuani. Fue extraño ver al delantero uruguayo con la elástica blanca luchando contra sus antiguos compañeros. JIM apostó por la ortodoxia en el eje del ataque. Koné partió en el once titular junto a Barkero como enlace y Juanlu y Valdo por los costados. El atacante marfileño regresó a los terrenos de juego después de un largo periodo de ausencia. Evidentemente Koné necesita un margen de tiempo para mejorar sus prestaciones tanto personales como colectivas, pero dejó rastros de sus particularidades. Koné buscó refugio en las bandas, principalmente la diestra, para proyectarse hacia el área de Toño con velocidad. En un par de ocasiones, pisó los dominios del equipo norteño evidenciado peligrosidad. Al igual que El Zhar o Aranda, incisivos en los últimos compases de la cita.
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