Quizás no haya nada más emocionante que observar a dos equipos retarse sin apenas concesiones, principalmente por la incertidumbre que genera esa tendencia sobre la mente de la afición y el grado de excitación que provoca. El Levante y el Real Racing Club concluyeron el partido que les enfrentó en un glacial Ciutat de València mirando de frente a las porterías contrarias. Nadie especuló en el feudo de Orriols con el resultado. Sin apenas ascendente del medio del campo, los dos equipos se zambulleron en busca de una victoria calorífica. El balón marchaba de un área a la contraria. El teórico desgobierno de los dos equipos propiciaba que ambos arribaran con relativa facilidad bien a los dominios de Munúa, bien a los dominios de Mario en una lucha abierta que no obstante no dirimió un vencedor.
El gol de Koné, sobrepasado los primeros veinte minutos de la confrontación, fue neutralizado por Manuel Arana. Los goles confirmaron parte del catálogo de las virtudes de ambos equipos. Koné es un jugador capital para el Levante mientras que Arana mostró el martillo que tiene en su pierna. El Levante merodeó el triunfo pero estuvo carente de olfato para matarlo en el instante más oportuno.
El influjo de Arouna Koné en el actual Levante no necesita de un sesudo trabajo de investigación. Las posibilidades que ofrece el atacante marfileño son múltiples y poliédricas. En realidad, hay sensación de peligrosidad en cuanto entra en contacto con el esférico. Tan pronto bajo un balón llovido del cielo para dejarlo inerte, aprovechando la entrada de los mediapuntas, como marcha a la derecha o vira hacia la izquierda para descongestionar el ataque y encontrar rutas alternativas con la finalidad de acercarse a la portería de su adversario. Mientras le acompañan las fuerzas es un filón que sus compañeros tratan de aprovechar. Todos saben de sobra que se trata de un factor diferencial. Arouna no desaprovechó un excelente centro de Xavi Torres tras recibir un espectacular pase de El Zhar y firmar su séptima diana del curso. Fue un pase taurino en su concepción y un guiño de calidad del ex jugador del Liverpool. El Zhar no miró hacia el destinatario final, pero lo clavó donde tenía pensado.
El gol de Koné fue un gol de fe. El africanó voló al segundo palo para romper una sequia pertinaz anotadora que en Liga se remontaba a los días anteriores a la Navidad en el duelo ante el Granada. La diana blaugrana parecía contradecir el sino del partido. El Racing Club salió envalentonado al coliseo del barrio de Orriols. Queda poco de aquel equipo desteñido al que parecían condenar hace apenas un mes y medio al descenso. Tiene convicción e ideales sobre el verde. El Racing Club tiene querencia a utilizar los costados, porque por allí tiene jugadores punzantes como Arana, y a sacar réditos de las acciones a balón parado y el Levante concedió infinidad de saques de esquina y faltas por las inmediaciones de su perímetro defensivo. La unión de estas dos variables generó tensión. Una combinación entre Arana y Munitis estuvo cerca de desembocar en la meta de Munúa. Con anterioridad el arquero se empló a fondo. Cada centro de Arana provocaba un cierto pavor.
El gol granota cambio el signo del partido, pero no de manera definitiva. En perspectiva, podría plantearse que el Levante desnortó al Racing Club, pero le faltó contundencia e instinto asesino para dejar sobre la cuneta a la escuadra santanderina. Mario extrajo galones para rechazar un cañonazo imponente de Koné. Y en la jugada inmediata sacó una mano inverosímil para expulsar un cabezazo de Pedro Botelho. El jugador carioca fue protagonista en un violento choque dentro del área cántabra. La grada reclamó pena máxima. El Racing recuperó fuerzas en el vestuario. El gol de Koné, y el hecho material de transitar, en la recta final del primer acto, bordeando el precipio no le asustó.
El Racing Club demuestra creer en la filosofía impuesta por el triunvirato de técnicos que dirigen sus destinos en los últimos tiempos. Arana rescató a la entidad norteña. Desde ese momento el partido fue de ida y vuelta con continuas apariciones. Había un punto de fuga en la medular de ambos clubes. Jiam apostó por Valdo y Ghezzal. El internacional por Cabo Verde aportó verticalidad y sentido con y sin balón. Tuvo el gol en sus botas en una acción que Álvaro cortó con la mano, pero Delgado Ferreira no contempló el penalti. Ghezzal evidenció criterio y capacidad para asociarse con Koné y asomarse por sorpresa en las inmediaciones del arco de Mario. En ese combate diáfano del final Ghezzal tuvo la victoria con un exquisito toque que rozó la escuadra cántabra.
Levante: Munúa; Javi Venta, Ballesteros, Del Horno, Juanfran; Xavi Torres (Pallardó, m. 71), Farinós; El Zhar, Rubén (Ghezzal, m. 76), Botelho (Valdo, m. 65); Koné.
Racing:Mario; Álvaro, Torrejón, Bernardo, Christian; Arana, Diop, Adrián, Munitis (Acosta, m. 56); Jairo (Luque, m. 90) y Stuani.
Goles: 1-0. M. 23. Koné. 1-1. M. 60. Arana.
Árbitro:Delgado Ferreiro. Amonestó a Xavi Torres, Álvaro y Juanfran.
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