El sabor, sin duda, es agridulce porque el equipo, después, de ponerse por delante y tener dominado el choque, se dejó remontar por un Villarreal en inferioridad numérica, exhibiendo una indolencia difícil de justificar, para luego lograr un empate que salvó los muebles, pero no la imagen. Marcelino repitió dibujo con Manu del Moral en la mediapunta acompañando a Negredo, pero el resultado no fue igual al del Málaga. La idea del técnico, acertada, era que el choque se iba a decidir en la zona ancha, donde el Villarreal es muy poderoso. Lo demostraron los locales, que asimilaron para sí el balón y con Valero como maestro de orquesta buscaron a Varas sin complejos. Pero el Sevilla se plantó bien en el campo y sobre todo salió muy bien a la contra. En el minuto 15 Manu del Moral tuvo un frustrado mano a mano ante Diego López y prácticamente en la siguiente acción del encuentro de nuevo el portero desbarató una llegada franca de Navas. El encuentro pintaba atractivo, era un intercambio de golpes que invitaba a cualquier cosa, hasta que en el minuto 23 un claro penalti de López a Perotti, cuando el argentino ya le había ganado la partida, acabó en gol de Negredo. César, quien reemplazó a López, expulsado, adivinó la intención del madrileño, pero este reaccionó bien a su error, cazó el cuero, sorteó al meta y definió con destreza con la diestra, su pierna menos buena. Ya se sabe que a un goleador en estado de gracia todo le sale
No podía ponerse mejor el partido. El Sevilla mandaba en el marcador y además jugaba con uno más. El choque estaba dulce y exigía una sentencia, pero lo que aparentemente debería ser una situación bajo control se tornó en un guión enrevesado de difícil lógica. Porque el Villarreal, aún jugando con 10 –Cani dejó su lugar a César- se fue arriba, algo que el Sevilla permitió hasta cierto punto, porque los amarillos jugaban a placer en la línea de tres cuartos. La peligrosa tendencia se confirmó a 10 del descanso, cuando a Rossi se le encendido la bombilla y se puso a regatear rumbo al corazón del área, siendo derribado por Navarro. Penalti claro y gol del italiano.
El empate, a cuatro minutos del final, dio al Sevilla un botín inesperado. Ciertamente el punto es magnífico, dado que el choque estaba perdido por méritos propios antes del cabezazo salvador de Alexis. Pero la realidad es que los nervionenses regresan a Nervión con la sensación de haberse dejado dos puntos en El Madrigal, después de hacer unos primeros 25 minutos de fútbol eficaz e impoluto que le pusieron el encuentro en suerte, para luego tirarlo todo por la borda sin saber manejar una situación que se puso francamente favorable.
El descanso debía recomponer las cosas. Las circunstancoas obligaban a dar un paso adelante al Sevilla, tomar el dominio del balón, el protagonismo del juego. Pero no, era el Villarreal quien llevaba la voz cantante y por más que en ocasiones puntuales –como en un remate en solitario de Negredo en inmejorable posición que ese fue arriba- se prodigara en ataque, la realidad es que se antojaba mucho más cercano el segundo local más que visitante. Juan Carlos Garrido quitó a Gonzalo y sacó a Marco Ruben, en una clara declaración de intenciones. Marcelino también movió el banquillo, introduciendo a Kanouté y Rakitic por Trochowski, quien se dejó ver poco, y Manu. Jugar con dos arriba no aportó nada nuevo y lo que se vaticinaba acabó llegando en el minuto 72, cuando Marco Ruben le ganó la espalda a toda la defensa y muy escorado la cruzó al segundo palo, marcando un verdadero golazo. El 2-1 era increíble, pero justo. El Sevilla no estaba y tampoco se le esperaba. Campaña sustituyó a Cáceres, aunque ni aún así había dominio visitante. La derrota castigaba la pasividad de un equipo que tal vez se creyó poseedor del triunfo demasiado pronto y ahora lo estaba pagando. Pero, lo que es el fútbol, cuando los minutos finales dibujaban la agonía de un equipo sin alma, un magnífico servicio de Navas fue cabeceado por Alexis al segundo palo de César, quien nada pudo hacer. Con el 2-2 Varas taponó una acción de Rossi, providencial, en lo que fue la última jugada destacada del choque.
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